Las comunidades indígenas del Macizo Colombiano que hoy reafirman su identidad étnica con base en el etnónimo Yanacona, reclaman nexos histórico-culturales con el pasado andino prehipánico,consolidando un nuevo imaginario que los relaciona con la ya extinta sociedad Inca. Para comprender este proceso, es necesario considerar algunos elementos etnohistóricos que permitan entender los fundamentos del origen étnico que los Yanaconas hoy reclaman para sí.
Uno de los principales elementos en los que se basan los Yanaconas para establecer sus posibles nexos histórico-culturales con la antigua sociedad Inca, es el reconocimiento del Quechua como su lengua original. Es preciso aclarar que la presencia de esta lengua en el territorio de los actuales Yanaconas, sólo se limita a la existencia de algunos topónimos, antropónimos y algunos vocablos de uso cotidiano(3), los cuales constituyen un indicador de la existencia de esta lengua en el período colonial, aunque no se descarta la posibilidad de su introducción en épocas prehispánicas. Cabe aclarar, sin embargo, que en la actualidad los Yanaconas del Macizo Colombiano son hispanohablantes en su totalidad.
La presencia del Quechua en el Macizo Colombiano es un tema que ha suscitado diferentes hipótesis. La explicación más divulgada sobre este hecho es la que presenta Juan Friede (1976: 35-6), quien considera que el Quechua llega al Macizo Colombiano con los Yanaconas traídos por los españoles desde Ecuador y Perú para que sirvieran como cargueros e intérpretes, aunque este autor también plantea la posibilidad de la existencia de influencias linguísticas precoloniales.
Los Yanaconas constituían una categoría social y no un grupo étnico dentro de la organización del Tahuantinsuyo incaico. Comúnmente se les ha denominado los “servidores” del Inca. Wachtel (1971) coloca en tela de duda la condición de “servidores perpetuos” atribuida a los “Yanas”. Según este autor, eran diversas las tareas que cumplían los “Yanas”, incluso se les asignaba cargos administrativos importantes y jugaban un papel fundamental en la economía de pastoreo. Por lo demás, según Wachtel, no es posible atribuirles el carácter de “esclavos”, en la medida en que tan sólo uno de los hijos de los “yanas”, heredaba esta condición y a que poseían algunos bienes como casas, tierras y ganado. El mismo autor señala que el número de Yanas aumenta bajo la dominación española, produciéndose una especie de alianza entre “yanas” y españoles debido a las ventajas que podían generarse mutuamente. Es decir, los españoles ganaban prestigio, además de las ventajas económicas que implicaba el tener “yanas” y éstos, desde tal condición, podían evadir el tributo y la mita, tenían derecho a la propiedad y podían dedicarse al comercio (Wachtel 1971: 111-2, 201).
Kathleen Romoli (1962), coloca en tela de duda la hipótesis de que el Quechua llegara al Macizo Colombiano con los yanaconas traídos por los españoles desde el sur. Sus investigaciones etnohistóricas plantean que la presencia del Quechua en el antiguo distrito de Almaguer(4) parece haber existido desde mucho antes de la llegada de los españoles y de los yanaconas a estas tierras en 1551. Posiblemente como consecuencia de la llegada de pueblos indígenas procedentes de Ecuador, a raíz de la conquista de Quito por Tupac Yupanqui hacia 1465. La autora sostiene que recién hacia 1615, el Quechua prácticamente desaparece en el distrito de Almaguer.
No obstante de las diferentes hipótesis generadas desde los discursos académicos sobre la presencia del Quechua en el suroccidente colombiano, del cual sólo quedan algunos quechuísmos en el Macizo, lo cierto es que los indígenas de esta región consideran este hecho como un elemento muy importante que contribuye a legitimar la vinculación histórico-cultural con la sociedad Inca que reclaman para sí, factor que constituye uno de los principales elementos culturales en los que se fundamenta la consolidación de la identidad étnica Yanacona.
Hasta los primeros años de la década del ochenta, la pertenencia a los territorios de “resguardos” era el único elemento con que los habitantes de estos territorios contaban para el reconocimiento de su condición de indígenas, pues no existía una consciencia colectiva, una memoria histórica y cultural que condujera a estos indígenas a identificarse como pertenecientes a un grupo étnico específico. El derecho colectivo que les confirió a los indígenas la institución colonial del resguardo era hasta hace algunos años la única evidencia de su condición étnica para los indígenas del Macizo.
Los cinco resguardos indígenas que hoy existen en el Macizo Colombiano: Río Blanco, Guachicono, Pancitará, Caquiona y San Sebastián, según lo señala Friede (1976: 15) son “algunos de los más antiguos resguardos indígenas de Colombia”. Para este autor, los resguardos del Macizo Colombiano no son concetraciones de población originaria del sitio, sino que constituyen núcleos formados artificialmente como consecuencia del despojo forzoso o legal al cual los españoles sometieron a la población indígena (Ibid. 1976:22).
Es probable que con el violento impacto que produjo la intervención española, muchos de los pueblos que ocupaban el territorio del Macizo se vieron obligados a refugiarse en áreas apartadas de sus comunidades de origen. Y si bien es factible que la población de los resguardos del Macizo Colombiano haya sido conformada por indígenas de diferente procedencia étnica y filiación linguística, aunque hoy sólo sean hispanohablantes, dentro del imaginario de los actuales Yanaconas la aportación histórica y cultural más significativa en el proceso de reindigenización y resurgencia étnica que ellos adelantan, es la que Friede enfatiza en los siguientes términos:
Además, está históricamente comprobado que con los conquistadores llegaron a la región varios miles de indios forasteros y sobre todo anaconas o yanaconas traídos del sur, que también llegaron a formar parte de la población indígena de los resguardos. El ya nombrado cacique, Dn. Carlos Inca de Salazar... se llama cacique principal de los indios anaconas y forasteros de esta ciudad de San Juan de Pasto. Además, varios documentos tratan de indios anaconas, como pertenecientes a una tribu o agrupación definida y no sólo como un apellido muy esparcido entre los indios de la comarca. (Friede 1976:22).
Romoli (1962: 273) arguye que no fueron “miles de indios forasteros”, tal como platea Friede, sino unos pocos yanaconas quienes llegaron al Macizo Colombiano con los conquistadores españoles. Pero al margen de lo que plantea Friede o Romoli al respecto, lo cierto es que la presencia de Yanaconas en el Macizo es un elemento histórico que ha contribuído notablemente a la autoidentificación étnica que hoy retoman los indígenas de esta región, constituyéndose en el símbolo más importante de su identidad.
La figura jurídica del resguardo indígena creada mediante las disposiciones de la Corona española durante el régimen colonial, pese a todas sus limitaciones, se presenta como una institución que permitió a los indígenas del Macizo reproducir su sociedad a través del derecho colectivo de la tierra y la organización del Cabildo. En los inicios del período republicano se promulgaron varias leyes tendientes al reparto de los resguardos. Friede señala cómo en este período los pueblos indígenas del Macizo Colombiano realizaron varios movimientos para conseguir la derogación del las leyes sobre el reparto de los resguardos (Friede 1976: 193-4).
Ya en el período republicano, a finales del siglo XIX, la promulgación de la ley 89 de 1890 estipula que los territorios de resguardos son “inalienables, imprescriptibles e inembargables”, constituyéndose en la única garantía jurídica que proporcionaba protección a los pueblos indígenas. De esta menera, la figura jurídica del “resguardo” pasó a ser un referente de identidad indígena para muchos pueblos de la región andina colombiana, por cuanto les permitió reproducir su forma de vida colectiva, aunque su identidad como grupos étnicos diferenciados se viera sometida a un proceso de ocultamiento, es decir, muchos de ellos optaron por asumir y mostrar rasgos socio-culturales propios de la sociedad envolvente, ocultando en gran medida los rasgos de su propia cultura, tal como aconteció con otros pueblos indígenas en América Latina(5), pero sin que ésto significase la pérdida total de su identidad étnica.
Un proceso similar ocurrió con los indígenas del Macizo Colombiano. Hasta el siglo XVII se menciona en los documentos a “los indios de Almaguer que se llaman anaconas de distintos pueblos” (Friede 1976:31), pero posteriormente ese posible etnónimo con el que eran conocidos los indígenas del Macizo sólo figura como un apellido muy común en esta región. Sin un nombre específico que les proporcionara la idea de su origen étnico y sin el dominio de una lengua diferente al castellano que les permitiera establecer una marcada distinción con los campesinos blanco-mestizos de la región, los indígenas del Macizo Colombiano permanecieron en sus territorios de resguardos reproduciendo sus rasgos socio-culturales, pero al mismo tiempo incorporando
agradecimientos a los creadores de la pajina www.yanacona@.org
miércoles, 22 de julio de 2009
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nombre que le dieron los españoles al macizo colombiano porfavor diganmen es para una tarea
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