Según investigaciones realizadas sabemos que hace 3.000 años ya existían los Yanaconas con el nombre de Yanapakunas: “servidores” ubicados entre Bolivia y Perú, cerca al lago Titicaca. Mil años antes de la llegada de los españoles comienza una pequeña organización llamada Incas que, posteriormente, se convierte en la sociedad más poderosa de la Amerrikua (Hoy llamada América). Su poder radicaba, fundamentalmente, en el desarrollo del saber, la organización y la expansión de su territorio.
Conquistó muchos pueblos entre ellos los que denominarían Yanakunas (Yana = servir, Ku = para mí, Na = plural “Mis servidores”, “Servicio mutuo”). Yanakonas es igual a decir: “Gente que sirve mutuamente en el tiempo de la oscuridad”. La rebeldía de los Yanakunas, dentro de la sociedad Incaica, provoca muchas reacciones, entre ellas: la disolución de éste pueblo, sacarlos del censo y exterminarlos. La mujer del Inca, Qolla, inteligentemente presiona para que no sean ejecutados, les “perdonan la vida” y son puestos al servicio de la organización Inca.
Los Yanaconas no sólo empiezan a servir, también se ganan los espacios de poder, llegando a ser, con el tiempo, Curacas. Desde aquellos días los Yanaconas se caracterizaron por su rebeldía, amor a la libertad, pero sobre todo la pasión por el saber. Es mentira que los Yanaconas hayan sido pueblo Pacífico, lo que pasa es que, como humanos tenemos derecho a tener miedo.
La disolución de la Sociedad Inca, por efecto de la invasión Europea, ocasiona que muchos Pueblos sean esclavizados, entre estos los Yanaconas. Los utilizan para conformar grandes ejércitos, trabajar como esclavos o para pelear entre hermanos. Sebastián de Belalcazar encomienda, inicialmente a Juan de Ampudia y Pedro de Añazco para que lleven 17.000 indios Anaconas hacia la conquista del norte y centro de América. Sebastián de Belalcazar llega con 7.000 indios al Macizo Colombiano, allí se disgregan por muchos sitios y empiezan a realizar diferentes actividades. Muchos de ellos fundan Pueblos indios y se ubican en lo que denominaron provincias de Guachiconu y Papallacta y ahí nos quedamos para siempre.
Los docentes del resguardo indígena de Rioblanco, Sotará, nos regalan un cuento en donde
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